35mm en Michoacán
Se imaginan a estas alturas del siglo XXI realizar un viaje
sin algún dispositivo electrónico que les permita registrar cada momento de sus
aventuras.
Bueno, pues eso me pasó en este viaje… Digamos que lo realicé como nuestros papás
acostumbraban documentar sus aventuras, con un número limitado de fotografías, notas y muchos recuerdos, porque si, si
llevaba cámara, mi fiel y querida
pentax, que definitivamente no me abandono.
Nada de instastories, nada de snapchat, ni de compartir
ubicación, realmente fue bonito no preocuparse
por ello y disfrutar lo que el viaje te brindaba. Recordé cosas que a lo
mejor mucha gente “joven” no conocerá.
Por ejemplo:
-A cuidar cada elemento en la fotografía para no desperdiciar ninguna toma.
-A tener nuevamente
contacto con la gente mientras se viaja en una minivan con “extraños”,
porque al no tener celular para encerrarse en el mundo virtual, pude conocer
a cada uno de ellos.
-Los colores son hermosos cuando son capturados en película,
porque de estas fotos ninguna tiene algún filtro, solo resalte un poquito más
su color original.
-Que cada fotografía es única y especial, que cada foto esconde
una historia grande atrás de esta, porque en la foto digital al disparar más de
una vez la misma escena, esta pierde toda la
contemplación que podría tener y al final ya no cuenta nada.
- Y a despreocuparse por llamadas o mensajes, notificaciones
e inclusive de la hora.
Realmente fue un respiro muy grande quedarme sin celular. Y bueno esa es la razón por la cual me he ausentado de redes sociales.
Pero regresando al viaje… Fue indescriptible la sensación de estar ahí y conocer todos esos paisajes que llevaba años soñando estar ahí… ¡México lindo y querido, nunca dejes de sorprenderme con tus colores, texturas, sabores, gente y sobretodo con tu historia y tradiciones!
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