Story

EN NUESTRA MENTE

Tu estas casado y quizás yo comprometida, “quizás”, porque ahora me has hecho dudar. Eres de esas personas que no me llaman la atención, pero por alguna razón comenzó esta obsesión.
¿En qué momento ocurrió? ¿Fue mutua esta atracción? Tú eres mi jefe, debiste de haberme llamado la atención por algunos errores en la edición, o ¿no era esa la razón por la cual me llamabas a tu oficina? Esa noche cuando la noticia del fraude de las elecciones nos la ganaron, te encontrabas tan enojado y yo no supe el porque me pediste que me quedara al final de la reunión, sola contigo. Qué momento más incómodo, cuanta tensión, o al menos eso era lo que yo pensaba y el habernos mirado a los ojos me provoco cierto descontrol. Me pediste que me fuera, pero… sé que hubo una conexión.

 A partir de ese día ya no te veía igual. Ahora yo buscaba excusas para estar frente a ti. La confianza entre nosotros aumento como para empezar a tolerar aquellas bromas donde creábamos situaciones de mutua necesidad. Ya no me podía concentrar. Dicen que “entre broma y broma la verdad se asoma”, creo que empezaron a sospechar.
No debimos encontrarnos “casualmente” fuera del área laboral, que noche tan más calurosa, saliste tarde del trabajo, sabía que no te ibas a dirigir hacia tu hogar. Lo admito, salí en busca de tu encuentro. Te encontré. Me miraste. Te acercaste. Saludaste. Y así todo se empezó a dar con una larga conversación, en la cual me di cuenta que definitivamente no eres el tipo de personas que me atrae. Eres mayor, casado y prejuicioso, pero ¡Dios! ¿Por qué la pasamos tan bien? A pesar de esa primera noche, en la cual nada paso, algo en mi mente cambio.


Miguel, se me propuso a los pocos días de nuestra larga conversación, con el propósito de alejar mis pensamientos de ti, le dije que sí. Y así sucedió comencé a concentrarme en mi verdadera relación, en pensar en un futuro al lado de Miguel, estaba ilusionada pero hasta cierto punto no dejaba de pensar en ti. Comenzaba a tener fantasías sobre cómo sería la boda, pero no era Miguel quien me esperaba en el altar sino eras tú, no era Miguel con quien compartía el pastel sino eras tú, no era Miguel el que me hacía gritar en el viaje de luna de miel sino eras tú. Fantasías que comenzaban a ser más frecuentes, más fuertes.
Y fue hasta el día en el que me viste en el trabajo portando mi anillo, cuando me di cuenta de que este sentimiento es real, ahora lo se… Sé cuándo me miras... sé que tú me quieres... sé que no lo sabes... pero sé que tú lo sientes…sé que es prohibido... sé que solo es en nuestra mente pero es nuestro secreto que nos ha unido de repente.

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